martes, 3 de septiembre de 2013

Una dedicatoria más extensa que una historia, una doxa más breve que una opera prima

La literatura era el otro amorcito que tenía antes de la(s) filosofía(s), aunque me declaraba poco polivalente para la creación, sabía que mis críticas no se debían a mi mala compresión (aunque sí la tengo). No quiero expresar los temas de cada breviario, esto no es un prólogo. La pregunta, como dice Heidegger (o eso dicen que dice) es la pregunta, no por el ser, sino por el arte. ¿Qué es el arte? Una forma viva, insiste Schiller, ¿será? Pues sí es. Tengo cierta obsesión obscena por el problema del movimiento y del tiempo, de ahí mi problema con la vida.

En El creador y el descreído, David Baizabal quiere presentar la brevedad de la vida, cómo es ella desde que él ha adquirido un punto de vista. La literatura es lo más relativo entre el perspectivismo, precisamente por ser una forma viva, porque no le interesa la verdad o la falsedad de sus juicios, porque crea y eso es propiamente lo que Baizabal ofrece, una potencia creativa actualizada en cada media cuartilla (poco más o poco menos) de este travail magnifique!

Acerca del acto creativo. Una cosa es la sátira, otra el sarcasmo y otra la ironía. Como es forma viva, sinceramente, no me interesa si Baizabal escribió la una, el otro o la otra; eso se lo dejo a los destructores, es decir, a los críticos de minificción. Yo planeo hacer una opinión estética que se centre en el acto creativo y en la posibilidad del problema de la vida, esto es, del tiempo y del movimiento. Sí, otra vez.

El acto creativo, aunque es breve, no llama para nada a recordar la bella versificación con poca o mucha lucidez de un aforismo. Su genialidad radica en contar una historia cristalizada, cosa que la literatura siempre hace, pero hacerlo en brevísimas líneas, eso es creatividad y belleza.

Acerca del tiempo y lo demás. Este mismo acto creativo, como quiere G. Lukács, es una historia nueva que refleja el proceso histórico de su tiempo. Aquello mismo hace Baizabal cada vez que se burla de los actores-lectores poco eficaces que seguramente hay en más de una facultad del país. Su burla, más que ironía, sarcasmo o sátira, es una postura honesta de quien en el diálogo le parece completamente fuera de las proporciones idiotas.

La belleza de tal acto no se da sólo en su brevedad, sino en el uso de figuras como la del caracol con problemas existenciales o un eróptero que vive un instante (mis favoritos, por eso sí los cito). Y las minificciones de Baizabal juegan con el instante y con el tiempo contenido, el tiempo contenido (presente como capas de pasado y puntas de futuro, lo que ve Deleuze en Proust) se vuelca instante y es tan bello que una sólo siente una presión en el pecho como cuando le dedican una canción o la brevedad de un instante… Gracias por bibliódromo.

Otoño del 2013

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